Un estudio publicado en Horticulture Research por un equipo de científicos de China dirigido por el Dr. Ying Li y el Dr. Yong-Zhi Yang detalló un genoma completo y mejorado de la avellana china (Corylus mandshurica), que carece de un genoma de alta calidad e información sobre genes involucrados en rasgos como la síntesis de aceite y la resistencia al estrés.

Las avellanas están todas de los árboles en Happy Wombat, un huerto de cultivo de estos frutales en Australia, donde Craig Anderson y Bindi Vanzella estiman que obtuvieron una cosecha moderada este año, de alrededor de cuatro o cinco toneladas.

Las plantaciones de avellanas en el valle de Willamette en Oregón se han duplicado durante la última década. Su producción solo representa el 4% de las avellanas del mundo, sin embargo, equivale al 99% de lo que se produce en Estados Unidos.

El huerto de avellanas Happy Wombat está dando frutos después de los incendios que afectaron a Australia entre el 2019 y 2020. Sus cosechadores son, principalmente adultos mayores jubilados que se ofrecen como voluntarios.

La pandemia del Covid-19 modificó diversos escenarios, pero no el de las inversiones agrícolas. De acuerdo con José Miguel Fernández, fundador y gerente general de la empresa chilena, Sembrador Capital, la pandemia del covid-19 y el consumo de una alimentación más saludable impulsó la inversión de los activos agrícolas, categoría denominada cultivos permanentes, es decir frutales, en Latinoamérica por inversionistas institucionales (organizaciones que operan grandes volúmenes de activos: bancos, sociedades financieras, compañías de seguro, AFP, entre otras).

La industria de las avellanas es una de las más rentables en la exportación de productos agrícolas de Azerbaiyán. Sin embargo, existen varias dificultades en sus procesos que son provocadas por distintos factores, a pesar de esto, productores y dueños de huertos de este frutal, aseguran que estos años la productividad tendrá un alza importante.