Los números que explican el potencial del avellano en Chile, una de las alternativas más rentables y atractivas de la fruticultura nacional.
El avellano europeo es una especie que llegó a nuestro país para quedarse, siendo ya uno de los frutales más importantes en Chile. Crece día a día, tanto en establecimiento como en interés, y esto se visualiza en las estadísticas mundiales. Hoy en día, Chile comienza a aparecer en las estadísticas mundiales de producción de avellana.
Con respecto a las estimaciones de producción, aun no se encuentra cerrado el ejercicio, pero se habla de entre 55 y 58 mil toneladas, lo que es un 15-16% menor a lo estimado, asociado netamente a las condiciones climáticas que se dieron durante la temporada, que atentaron directamente a nuestro foco de productividad.
Nuestro país es el cuarto productor mundial de avellana, por debajo de Turquía, Italia y Estados Unidos. Para la próxima temporada se estima una producción de 85 mil toneladas, lo que equivale al 7% de producción mundial, por lo que, debido a las producciones que se están alcanzando en el hemisferio norte, para la temporada 2024, considero que estaremos posicionados como los segundos productores de avellanas a nivel mundial.
Según los registros, a partir de la década del 90 comienza la primera llegada de avellano europeo a nuestro país. Como es conocido, en Chile la cultura frutícola es fuerte y todo ese conocimiento empezó su traspaso hacia el avellano europeo, que hoy, según la ODEPA, cuenta con más de 3.400 hectáreas establecidas en el país. Después de un largo camino de experiencias a nivel mundial se determinó que Chile es buen nicho para la producción de avellano, debido a sus condiciones edafoclimáticas.
Desde el año 2010 en adelante, el avellano ha tenido un crecimiento sostenido y exponencial, asociado principalmente, a la facilidad de encontrar superficies que se adaptan a la expansibilidad del cultivo, además de contar con buena disponibilidad de agua, buenas características climáticas, facilidad de la adaptación técnica hacia el cultivo, junto con la facilidad de la comercialización, pese a ser del tipo commodity a nivel nacional.
Desde el año 2015, las tasas de crecimiento alcanzaron un promedio de 2.500 a 3.000 hectáreas, asociado principalmente a los buenos resultados y a la comodidad con respecto al ámbito comercial, junto con la tranquilidad en torno a la estabilidad del precio.
A partir del año 2018, hubo un aumento considerable en las tasas de plantación de avellano, asociado principalmente a los buenos resultados productivos, alcanzando así las 3.500 hectáreas, lo que se explica por la facilidad de la mecanización del cultivo. Junto con ello, comienzan a surgir intereses en el cultivo por parte de los fondos de inversiones extranjeros, que incorporan también superficie de avellanos en Chile.
Desde el año 2020-2021, existió una disminución en las tasas de plantación, debido netamente a los aspectos sociopolíticos del momento, que llevaron la tasa de plantación a las 2.000 – 2.500 hectáreas.
A partir del año 2023-2024, volvemos al incremento de las 3.500 hectáreas promedio, de la mano de los fondos de inversiones extranjeros y apoyados por fondos locales, además del incremento de los productores locales que han ampliado sus plantaciones. Este interés se vio ratificado por los buenos resultados alcanzados durante el paso de los años.
Para el año 2025-2026 se espera un incremento en el número de productores interesados en el establecimiento del avellano, principalmente por la facilidad de la mecanización, estabilidad económica del precio, aumento en el interés de esta fruta y la estabilidad comercial que ha entregado Ferrero en los últimos 15 años.
Esperamos con esto que a un corto-mediano plazo el avellano se transforme en el segundo frutal más plantado de Chile, con una superficie cercana a las 80.000 hectáreas, desde la Región del Maule a Región de los Lagos.
Económicamente hablando, el avellano es un negocio muy rentable y viable a largo plazo, donde destaca además que es el único frutal en el que se puede realizar un seguimiento de su precio, desde septiembre hasta febrero.
Inicialmente, apostamos con el avellano como un cultivo complementario, destinado a suelos de menor calidad, con producciones medias-bajas y un avance del negocio entre 3.000 a 4.000 dólares. Actualmente, la consideramos una alternativa importante, en la cual se desarrollan una cantidad relevante de hectáreas, manejadas de forma muy técnica e innovadora. Hablamos de plantas de calidad, con genética extranjera, manejos con bajos cuestionamientos económicos, enfocados principalmente a la productividad y calidad, que hoy tienen al cultivo del avellano como una de las alternativas más rentables y exitosas de la fruticultura nacional.
A lo largo de estos últimos años, la rentabilidad del avellano ha ido en incremento, y a la fecha su tasa de torno está cercana al 24%, con inversiones iniciales de 10.000 a 12.000 dólares por hectárea, costos de producción de 4.000 dólares aproximadamente y una producción de 3.500 kilos por hectárea. Esto conduce a una rentabilidad de 7.000 dólares por hectárea, con un precio de venta promedio de 3 dólares por kilo.
Para los próximos años los principales desafíos que tenemos como país están asociados principalmente a condiciones climáticas, dado que el objetivo es mantener una planta lo más activa posible, con estabilidad térmica para evitar grandes periodos de estrés. Esto, a su vez, debe reflejarse en la productividad, principalmente al evitar la decadencia de floraciones y de reservas de la planta, lo que puede perjudicar las estimaciones de producción a largo plazo.
Para esto, el camino es trabajar en base a bioestimulación, tanto foliar como a nivel radicular, buscando que la planta esté lo más cómoda posible, considerando suelos descompactos que favorezcan al aprovechamiento del recurso hídrico, abordando esto por zonas productivas. Un caso a ejemplificar es en el Maule, la región donde hoy nos encontramos con más fuerza enfocada con respecto a los estudios. Gracias a ellos entendemos, por ejemplo, que las condiciones climáticas de diferencia de temperatura v/s humedad ambiental son las que generan principalmente estrés oxidativo, radiativo e hídrico en la planta, lo que perjudica el desarrollo de la producción de la presente temporada y producciones de temporadas venideras.
Con respecto a los desafíos de innovación y tecnología, debemos seguir trabajando en torno al estudio de nuevas variedades, que sean resistentes a condiciones climáticas más extremas y con un sistema radicular con mayor capacidad de expansión y de exploración, que permita así, generar mayores niveles de resistencia. Es de importancia también la exportación o incorporación de sistemas de producción de plantas de portainjertos o planta injertada, con la capacidad de no emisión de sierpes, y crear así, un sistema radicular mucho más eficiente, que le permita a la planta más resistencia a condiciones edáficas.
Otro desafío es la incorporación de genética nacional, además de estudiar y evaluar la posibilidad de realizar selecciones masales para obtener clones con características interesantes por zona, trabajo que considero se puede realizar perfectamente a nivel nacional. Se debe, además, incorporar material genético certificado desde el hemisferio norte, desde EEUU. o Italia principalmente, con clones de variedades probadas en Chile y nuevas variedades que puedan ser establecidas en nuestro país, bajo las características de producción de fruta que necesita nuestro país.
En torno al ámbito comercial, como primer desafío, comienza con la obtención de fruta de extrema calidad, entendida no solo como sus características organolépticas, fitosanitarias y de residualidad ante productos, sino que también posea una trazabilidad completa, lo que podría favorecer a que el día de mañana hablemos de certificación, lo que resultaría sumamente interesante para los poderes compradores que hoy buscan estas características a nivel mundial.
Si bien nuestro país se destaca a nivel frutal, principalmente por la cereza, Chile se transformará también en un productor importante de avellanas, reconocido a nivel mundial, ya que por nuestra vasta experiencia frutícola, buscamos siempre producir fruta de alta calidad, 100% trazable, certificable y, en el marco ambiental en el que nos encontramos, además, sustentable.
Creo que como país tenemos la obligación de la apertura a nivel mundial de diferentes líneas comerciales. A la fecha, existe más de una opción comercial (con cáscara y sin cáscara), lo que habla de la madurez comercial de la avellana. El desafío es continuar con las cosas tal como lo hemos hecho, para seguir entregando fruta de calidad y ser un país atractivo comercialmente ante los ojos del mundo.
En Chile, el avellano tiene una buena prospección y proyección, transformándose al día de hoy en uno de los cultivos más importantes para nuestro país. Debemos estar a la altura, tanto a nivel de productores como a nivel de la industria en general, entendiendo así que Chile se transformará en uno de los principales productores de avellana a nivel mundial, poniendo el énfasis en producir fruta de calidad, trazable, certificable y con un alto régimen de sustentabilidad.
Noviembre 18, 2024 – Referencia. Mundo Agro