En Chile existen tres principales plagas del avellano europeo: chinche pardo (Leptoglossus chilensis), pulgón del avellano (Myzocallis coryli) y cabrito (Aegorhinus superciliosus).

El daño que causan los insectos se puede controlar de manera biológica, química, cultura e integrado. La primera estrategia permite identificar los enemigos de la plaga que se encuentran en la naturaleza con el fin de lograr reducirla o eliminarla a través de depredadores, parasitoides y entomófagos.

En tanto, el control químico se basa en la utilización de ciertos elementos diseñados para eliminar los insectos. En el caso del control cultural se refiere a las labores que crean condiciones desfavorables para la aparición de plagas como la rotación de cultivos, la siembra en épocas adecuadas y la plantación de variedades específicas para la zona, entre otras. Finalmente, el integrado es el diseño de una estrategia que incluye, en conjunto, todas las formas de control anteriores.

Aníbal Barrios Osorio, Ingeniero Agrónomo de Trofar Limitada asegura que “Los plaguicidas son herramientas de trabajo; en ningún caso sustituyen el buen criterio”. Por lo que se recomienda que el uso de plaguicidas sea solamente en casos necesarios y usados en grupos químicos diferentes. Además, en una de sus investigaciones explica que los métodos biológicos y culturales sean los que primen para generar una estrategia de control integrada.